Francisco ha querido subrayar las cuestiones de justicia social, y
se ha posicionado como un héroe ante buena parte de la
izquierda. Algunos conservadores que seguían el pensamiento de
Juan Pablo II y Benedicto XVI se han sentido incómodos, aunque
apoyan al papa Francisco y alaban sus gestos de misericordia y
compasión. El papa habla de tender puentes, pero algunas de sus
palabras parecen más bien construir muros, que lo separan de
parte de los creyentes: recuerda a los conservadores los problemas
de desigualdad y pobreza, mientras repite a los liberales que la
justicia social no es suficiente, que la Iglesia es la esposa de Cristo,
y no una institución social o una ONG.