Madrid, un día de noviembre de 1967. Desayunando en un barucho de barrio, cuatro estudiantes entablan una discusión entre seria y sarcástica sobre el sentido de la vida. El camarero, burlón, les llama «perros verdes». La discusión marcará de varios modos la jornada de los cuatro, que para uno traerá su primera experiencia amorosa; para otro el recuerdo perturbador de un sucio crimen sin resolver que él atribuye a un antiguo amigo; para el tercero la obsesión por un amor concluido años antes con la muerte de su amada; y para el cuarto una complicada aventura relacionada con el terrorismo.