Con un estilo irónico y tierno, coloquial y desenfadado, un joven profesor cuenta sus experiencias en un internado del centro de Francia.
A mediados del siglo pasado, un nuevo estilo pedagógico más participativo y abierto luchaba por renovar la enseñanza rígida y discursiva que dominaba en las escuelas.
El lector de Diario de un profesor novato se convierte en confidente del autor. Página tras página asiste al espectáculo cotidiano de una educación profundamente humanista, en la que el alumno concreto, con sus cualidades, limitaciones y circunstancias, se convierte en el verdadero protagonista de su formación.