Para Mounier, cada individuo ha de entenderse como una "realidad personal" y debe contemplarse desde la categoría de misterio, la cual integra su naturaleza e historia, sus actos y posibilidades, su sentido y destino Sólo desde el interior de la persona es posible comprender la vocació a la que se siente urgida, una vocació que exige soledad, conversió y despojamiento. A partir de ella, el hombre, en cuanto ser exterior, puede ponerse manos a la obra en favor de la justicia, fruto de la experiencia interior de gracia y donación.