¿Estuvo el apóstol Pablo en Arabia? Así lo afirma él mismo en la carta que envió a los gálatas (Gál 1,17-18). No sabemos nada de su estancia ni conocemos qué hizo allí, porque no ofrece ningún detalle más. Sin embargo, sí sabemos cómo eran esas tierras en aquella época. Con la precisión descriptiva que le caracteriza, el Padre Fortea reconstruye en esta novela la Arabia del siglo I y nos lleva en un viaje sorprendente y enriquecedor a este rincón del mundo, remoto para el Imperio romano, sumergiéndonos en la vida y las costumbres de los pueblos nómadas que habitaban las arenas del desierto. Allí, en el «yermo arábigo», es donde el Apóstol, una vez convertido, prueba su fe, como en la forja, antes de convertirse en Paulus, el león, la columna, el escriba de Dios.