Una vez concluido el largo itinerario por las inmensas estepas del sufrir, se abre en estas páginas un oasis muy amplio. Vamos a meditar y a orar en la quietud del silencio. Con el libro de Job o de los Salmos en la mano, hojeando los oráculos impregnados de lágrimas del profeta Jeremías y algunas páginas muy conocidas o marginales de los evangelios, intentaremos hablar, pensar y vivir el dolor de modo sosegado, casi musical.