La segunda década del siglo XXI va camino de llamarse los
inciertos años 20. Pues la pandemia, las crisis económicas, las
guerras
han nublado el futuro. Se hace urgente, por eso, recobrar
la esperanza. Desde la esperanza, el futuro no es el tiempo de
nuestros proyectos solitarios. Ni tampoco de un optimismo que
impone nuestros deseos a la realidad. Desde la esperanza el futuro
es el tiempo del fruto que, a través de nosotros, germina más allá
de nosotros.
La primera parte del libro explora los espacios y tiempos de la
esperanza, empezando por la meta de ella: alcanzar juntos la
comunión con Dios. La segunda parte se concentra en Cristo, quien
es, según san Ignacio de Antioquía, nuestra común esperanza. La
tercera parte investiga el nexo entre la esperanza y la vocación
cristiana para edificar la sociedad y la Iglesia. Los olivos de Van
Gogh, recogidos en la portada, que evocan la agonía de Jesús en
Gethsemaní, ilustran bien el combate de la esperanza para
transformar el futuro en fruto.