El propósito de este libro es demostrar que la confianza en que Dios
proveerá para el más allá no es «todo lo que podemos saber» sobre nuestro
absoluto porvenir. Somos capaces de decir más. Cristo mismo, y muchos
teólogos y escritores cristianos a través de los siglos, han dicho más... Lo
que esperamos sigue velado en cierta medida, pero también debemos
confesar, con el autor de la Carta a los Hebreos, que la esperanza entra más
allá del velo (cf. Heb 6,19). Aunque este libro trata explícitamente de la
muerte y la vida que la sigue, trata esencialmente sobre la amistad: la
amistad eterna de los elegidos con Dios y su Cristo y entre ellos. Aunque
nunca se plantea tan descaradamente, a menudo se transmite la impresión
de que el mundo futuro es un tipo de reposo contemplativo que absorbe toda
actividad y hace que todo lo demás sea superfluo. Al final, ciertamente, uno
tendrá un cuerpo, pero un cuerpo que apenas es material en el sentido
habitual de la palabra. Además, será alguien que no puede tener relaciones
sexuales, ni comer, ni jugar, ni trabajar, ni crear nada nuevo... Este libro tiene
la audacia de recuperar algunas de las intuiciones cristianas sobre lo que
será la vida en la tierra de los vivos y presentarlas con genialidad y buen
gusto.