En este libro hay reflexiones y preocupaciones. Reflexiones -dice su autor- que he ido hilvanando a lo largo de mi vida y preocupaciones sobre la actual situación religiosa, y más que religiosa, en la España de hoy. Reflexiones sobre qué supone ser cristiano, cómo vivir en una Iglesia en gran parte escindida, cómo recuperar la ilusión perdida tras el Concilio Vaticano II, cómo continuar siendo católico cuando, desde la jerarquía, se vive en el reino del no, de la desconfianza ante la ciencia, ante los progresos de la medicina, ante el sufrimiento de tantos divorciados católicos que volvieron a contraer matrimonio, ante tanta gente que sufre. Una Iglesia que aparece demasiado frecuentemente como inhumana, que es lo peor que le puede pasar a la Iglesia católica. Preocupación al constatar que en España se vive una polarización insufrible, por un lado entre un catolicismo rancio, "cruzadista", temeroso, que solo ve pecado en derredor, que mira con añoranza a un pasado inexistente; por el otro, un anticatolicismo que creíamos superado, pero que cual ave Fénix se postula como progresista, cuando no pasa de viejo "progre", caduco, él también anclado en el pasado y que todavía no se ha librado del anticlericalismo de los peores recuerdos de la Segunda República. Sí, las dos Españas.