A partir de la observación de un cuadro del pintor romántico Caspar David Friedrich, Péter Nádas retrata la esencia del melancólicoLlamamos melancólico a quien no puede hacer más que entregarse sin reservas a ese sentimiento de deambular en la oscuridad y desear la luz, y a su estado lo denominamos melancolía.
La melancolía es recuerdo. Si hubo tormenta, habrá otra. Si hay marea baja, volverá a subir la marea. El hombre melancólico no se fija en lo que hay en un preciso momento, sino que espera la llegada de aquello que en ese momento no es. Se aferra mentalmente a lo previsible, aunque es posible que el recuerdo de lo imprevisible haya hecho ya mella en su confianza en la razón; teme lo que no está y por eso se angustia ante la llegada de aquello que espera.
El color del estado de ánimo melancólico es el negro, su estación del año el otoño, sus horas las de la noche, su punto cardinal el norte. Son muchas las palabras que implican melancolía: wetherismo, morriña, murria; y muchas sus definiciones: abatimiento enfermizo, desánimo duradero y patológico, pérdida de las fuerzas vitales, reflujo de los humores, sensación de ausencia, vacío, apatía. Con una palabra más moderna solemos referirnos a ella como depresión, la cual en geografía significa las partes de tierra firme situadas bajo el nivel del mar; en astronomía la altura negativa, esto es , la posición de un astro por debajo del horizonte; en meteorología los territorios que se encuentran en situación de bajas presiones atmosféricas.