La figura de Akiko Yosano (1878-1942) emerge en la historia de la literatura japonesa con una fuerza inusitada, no sólo como poeta, sino también como mujer. En ambas dimensiones dejó una huella tan profunda y tan duradera que aún nos sigue y nos seguirá asombrando. Revolucionó la poesía con Midaregami (?Pelo revuelto?), un libro juvenil absolutamente innovador, fresco, intenso, atrevido, que la marcó para siempre como ?poeta de la pasión? (jônetsu no kajin). Al mismo tiempo, lideró el movimiento de liberación de la mujer japonesa con un ardor sostenido y con una clarividencia mucho más llamativa en una mujer que llegaría a tener once hijos y que ?frente a un marido inestable? asumió el reto de sacar adelante a su familia. Akiko llegó a ser el prototipo de la ?mujer nueva? (atarashii onna), asumiendo ella misma el liderazgo contra una sociedad machista que la relegaba al papel de objeto de deseo o, como mucho, al papel de esposa y de madre sumisa. Akiko exigía para la mujer, en relación con el hombre, los mismos derechos legales, la misma educación, la misma independencia económica, y, sobre todo, la respons