La detective policial Sarah Collins y su compañero Steve Bradshaw llegaron en minutos, pero ya era tarde. Sobre el asfalto yacían muertos el veterano policía y la joven inmigrante. Segundos antes habían caído de lo alto de ese edificio, donde todavía estaba Lizzie, la agente de policía aún en período de entrenamiento, y el pequeño Ben, a quien milagrosamente había salvado. Fue en la confusión de esos minutos, la intervención de los policías del área, los paramédicos, la llegada de los periodistas, que Lizzie escapó. La principal testigo.
Sarah Collins está decidida a desentrañar las causas de la tragedia, con una obsesión más fuerte que las miradas críticas de sus propios colegas y su jefe. El caso en que trabajaba el veterano policía, el dudoso arresto del padre de la chica muerta, una grabación de celular inconveniente, una relación amorosa contra todas las reglas de la policía
los hechos se van entrelazando, y contra viento y marea, ella avanza, aunque su propio destino en la fuerza esté en juego.