Estas páginas tienen una única razón de ser: acompañar a
quienes, convencidos de la verdad de la llamada a ser santos
que el Señor nos dirige a todas las personas, caminan
a lo largo de su vida en medio de luces y de sombras, de
momentos de dolor y de pena, de alegría y de desaliento.
El acompañar quiere ser una ayuda al creyente en Jesucristo
en su camino de vivir toda su aventura humana y
divina, también cuando en el andar de los días puede tener
la impresión de que la senda se hace más cuesta arriba; y
le asalten las dudas de si vale la pena seguir en medio de
las cruces y las resurrecciones que quizá se presentarán
hasta el fi nal de la vida.
La amistad y el trato con Cristo sostiene
al caminante en su andar y el creyente
descubrirá, con san Pablo, que
«ni la muerte ni la vida, ni los ángeles
ni los principados, ni lo presente ni lo
futuro, ni los poderes espirituales, ni
lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra
criatura podrá separarnos jamás del
amor de Dios, manifestado en Cristo
Jesús, nuestro Señor» (Rm 8, 38-39).