No podemos cerrar los ojos ante el grave aumento de suicidios
entre adolescentes y jóvenes. Si las familias y los educadores buscamos
alentar su esperanza, es nuestra responsabilidad intervenir
cuando uno de ellos toma la decisión de terminar con su vida
en medio de una profunda angustia.
Este libro aborda el grave problema del suicidio con mirada y
actitud eclesiales. Pretende ayudar a la capacitación de los cuidadores
pastorales que tratarán de rescatar a quienes se sienten
aplastados por el dolor psíquico que hace intolerable la vida. También
brinda herramientas para sostener a los afligidos por la pérdida
de un ser querido que decidió morir.
Al igual que Jesús hizo en su tiempo, hoy la comunidad cristiana
también acude al rescate de quienes pierden el sentido de sus
vidas. Como una mujer que sufre con su hermana la pérdida de
su hijo, la Iglesia se vuelca hacia ellos con empatía, compasión y
presencia sanadora. Por encima de todo, camina a su lado, día a
día, el largo trayecto que los conducirá a resucitar del dolor.