En este libro se investiga la partición histórica que se ha producido en el interior del cristianismo y que ha dado lugar a su vez a la división entre lo moralmente aceptado y todo aquello que debe ser rechazado como anómalo (una forma de exclusión que expulsaría ciertas prácticas espirituales y que se pone en marcha a partir de la escisión de dos géneros opuestos de experiencia religiosa). Fundamentalmente, las principales aportaciones de La anomalía espiritual se pueden resumir en los siguientes puntos: Análisis de una dialéctica invertida del rigor y el exceso espiritual. Al investigar diversos fenómenos espirituales el autor percibe que rigor y exceso se entrelazan desde un punto de vista funcional. Por un lado, estaría el exceso negativo (inversión de la intensidad que comúnmente se le otorga al exceso: carencias exageradas, firmezas desorbitadas, disciplinas tenaces y duraderas) y por otro, estaría el rigor positivo (intensificación invertida de los niveles de sufrimiento y resistencia en las prácticas espirituales casi siempre en medios adversos). Análisis diferencial de la brujería y la posesión: el cuerpo poseído es descubierto aquí en una actividad autónoma frente al poder del demonio en tanto en cuanto es un cuerpo fraccionado por una serie de fuerzas que lo atraviesan y que se resisten a ser amansadas. Análisis de las nuevas formas del éxtasis: una vez que la posesión estará reducida a un estado patológico y la brujería se desbarata en su propio desorden, el cristianismo se apoya en el mentalismo espiritista para traducir en términos de experiencia religiosa unas formas de éxtasis sosegado (apariciones, milagros) carentes de violencias inmanejables y por lo tanto de las anomalías más amenazadoras.