«Nuestras grandes ciudades resultan al examen un mosaico de pueblos segregados ?diferentes en raza, cultura o sencillamente en el culto? cada uno de los cuales trata de preservar sus peculiares formas culturales así como mantener sus individuales y características concepciones de la vida. Cada uno de estos grupos segregados pretende imponer inevitablemente a sus miembros algún tipo de aislamiento moral con el fin de conservar la integridad vital del grupo. En la medida en que la segregación se convierte para ellos en un medio para tal fin, puede afirmarse que cada pueblo y cada grupo cultural crean y mantienen su propio gueto. [...] En este sentido se emplea la palabra en este libro. «Gueto», tal como aquí se concibe, no es un término cuya aplicación se limite al pueblo judío. En tiempos recientes ha venido a usarse como un nombre común, un término aplicado a cualquier grupo segregado por motivos culturales o raciales. En esta óptica, la que se presenta en esta obra, el gueto debe su existencia no a un decreto oficial, sino al hecho de que satisface una necesidad y desempeña una función social. En pocas pal