Este libro nace de una toma de conciencia: dado que el Sínodo sobre los jóvenes dedicó tan solo una atención marginal de su debate a la cuestión de la ruptura de la transmisión de la fe entre las generaciones -y, por tanto, a la cuestión de cómo restablecerla-, creó las condiciones para que el auténtico «agujero negro» de la situación eclesial actual no solo continuara por el mismo camino, sino que se quedara, además, sencillamente «retirado». Y precisamente en torno a este «retiro» es donde de verdad siguen desperdiciándose las acciones pastorales actuales y los intentos por encontrar en otro sitio causas y recursos para reimpulsarlo en el tiempo que nos ha tocado vivir.Una sociedad sin adultos, como la nuestra, es ciertamente una sociedad que ya no educa; es una sociedad que no da ya inicio a ninguna práctica de devoción. Es una sociedad que reconoce un único y uniforme sentido de la vida: la juventud. Y, a partir de aquí, los denominados «adultos» de hoy ya no consideran que los jóvenes necesiten nada para emprender ese camino de crecimiento en lo humano que sería precisamente lo característico de la fase de la vida en la que se encuentran.