Fray Santiago Agrelo, hijo de San Francisco, durante muchos
años arzobispo de Tänger, vivió en persona, en directo, con el alma
en vilo por el dolor, el amor y la esperanza, la tragedia cotidiana
que sufre esa enorme porción de la humanidad errante a causa del
pecado de los hombres, de la guerra, de la injusticia, de la opresión
y, sobre todo, de la indiferencia. Como un padre desvelado por el
sufrimiento de sus hijos, como un profeta de palabra incendiada por
el Espíritu, con el asombro de quien descubre la dignidad en el
rostro de sus hermanos transfigurado en rostro de Jesucristo, no ha
cesado de hablar, de hablar sin descanso, en desacato descarado
del silencio con que estos crímenes masivos se quieren encubrir.
Sus comentarios a la Palabra de Dios, compartidos con todos, han
querido bañar con la luz de esta Palabra a estas vidas olvidadas,
postergadas... Son expresiones fuertes, terminantes, y plenas de
ternura a la vez, porque fray Santiago Agrelo ha conocido el amor
de Dios hacia ellos, el mismo amor con el que llama a los
indiferentes y a los propios verdugos a dejarse amar y, entonces, a
dejarse conducir a los lugares del sufrimiento para sanar y consolar,
para combatir la abismal injusticia que expresan y acrecentan estas
situaciones cotidianas: las pateras, las vallas, los desiertos, los
desprecios, todas las humillaciones, la muerte...
Este libro contiene una selección de textos de Agrelo en los que los
hermanos migrantes y refugiados son expresión de esta Palabra de
Dios.