Hablando de una manera amplia, la espiritualidad es
aquella dimensión que diferencia a los seres humanos de
los animales, dotándolos de una sensibilidad hacia
aquellos valores que dan calidad y sentido a la propia
existencia. La música, la poesía y el resto de las bellas
artes no son necesarias para la supervivencia, pero hacen
que nuestra vida sea verdaderamente humana.
Descendiendo a algo más específico, en el cristianismo, la
espiritualidad es la manera concreta en que los individuos
y los grupos, dejándose guiar por el Espíritu Santo,
asumen y realizan en su propio contexto el estilo de vida
propuesto por Jesús.
La teología debe ocuparse de los contenidos de la
revelación cristiana para iluminar con ellos la vida y los
problemas del hombre y de la sociedad contemporáneos,
por lo que no puede quedarse en un saber teórico
desligado de la vida. Esto sirve para todas las materias
teológicas en general, pero especialmente para la teología
espiritual, ya que esa es su misión específica: ayudar a los
cristianos a encarnar la fe «aquí y ahora».