Como filósofo y discípulo lejano e indigno de Sócrates, que dedicaba
su tiempo a buscar la esencia (ousia) de las realidades, me niego a
hacerle beber cicuta por segunda vez. De este modo, me empeño con
él en buscar qué hace que una religión sea lo que es y qué hace que
los cristianos sean cristianos, los judíos judíos, los musulmanes
musulmanes, etc. Esta esencia de las religiones puede llamarse
dogmática, poco importa si ésta ha encontrado su formulación
explícita o incluso obligatoria, o si sencillamente se presupone por la
práctica. En este libro, considero la religión en lo que dice sobre Dios
y los hombres, tomados en lo que les constituye como tales, es decir,
la razón, y a continuación sus vínculos con otros aspectos de lo humano
como el derecho o la política, pero siempre con la preocupación
de mostrar el modo en el que preserva o amenaza lo que preocupa
especialmente al hombre actual, es decir, su libertad moral y su
integridad física.