La peripecia de un joven antisistema
de los años 30 en las míticas tierras del
suroeste norteamericano, en las que
Everett Ruess finalmente desapareció
con sólo 20 años.
En 1930, movido por la sed de aventura, y con sólo dieciséis años, Everett
Ruess, escritor y pintor en ciernes, emprendió en solitario el primero de cuatro
viajes por las inhóspitas y míticas tierras del oeste estadounidense. Un
halo de leyenda envuelve su prematura desaparición, cuando apenas contaba
veinte años. Justo después del crack bursátil del 29, decidido a llevar una vida
sencilla, y con la sola compañía de un sol implacable, sus ansias de absoluto y
sus burros, Everett Ruess se retiró del mundo, en pos de experiencias y de la
belleza suprema que le servirían de inspiración para sus poemas, sus ensayos
y sus xilografías. En 1934 desapareció misteriosamente en las soledades de
los desfiladeros de Utah. Hasta nuestros días apenas ha llegado el retrato con
el que lo inmortalizó la fotógrafa Dorothea Lange, así como un puñado de
pinturas y textos, entre ellos, las cartas que escribió a sus familiares y amigos,
y que son el testimonio único de su anhelo de libertad y, sobre todo, de su
extraordinaria comunión con un paisaje indómito hecho de cañones vertiginosos,
barrancos escarpados, altas mesetas y ríos salvajes. En estas cartas,
asistimos al dibujo de una vida intensa y sin ataduras: seguimos las lecturas
de su autor, admiramos su determinación, comprendemos su aversión por la
civilización y la urbanidad «siento desazón al pensar que las personas son
marionetas conducidas por fuerzas invisibles que las gobiernan» y sufrimos
con los infortunios que le depara el trato con una naturaleza a veces despiadada.
El escritor Munir Hachemi, traductor de este volumen, ilumina en su
prólogo la figura del novelesco y legendario Everett Ruess.