Jesús es la Palabra de Dios. La palabra se hace oír cuando Él introduce
sus dedos en los oídos del sordo y se transmite cuando Él toca la
lengua con su propia saliva (Mc 7,33). Las reflexiones que propone el
autor nos invitan a abrir nuestros ojos a la luz divina. Pero
voluntariamente se fijan en el barro que cubre nuestros ojos. En cada
momento de nuestra vida es preciso volver al Evangelio. En él nos
espera el que es la Palabra de Dios. Y en él encontramos las palabras
balbucientes de nuestros hermanos. Volver a reflexionar sobre
algunos textos de los cuatro evangelios puede ayudarnos a preparar
una reflexión sobre la liturgia dominical o un momento de oración en
medio del bullicio y la prisa de cada día.