¿Un libro sobre la autoridad? Arqueología. ¿Por qué dedicar esfuerzos a lo
que ya caducó? Si la modernidad acabó con la autoridad, la posmodernidad
certificó y celebró su defunción. El patriarcado y el padre autoritario, el
maestro sabelotodo o el estado totalitario pertenecen a un pasado que es
mejor olvidar. Junto al aparente alivio por el fin de la autoridad, hoy se
percibe una cierta nostalgia e incluso necesidad. Con autoridad no podemos
vivir, pero sin ella resulta todavía peor. Los que ya no tienen ni patria, ni
padre, ni Dios, no están tranquilos. Así nos lo muestran las permanentes
manifestaciones, protestas y rebeliones en países desarrollados. Sin
autoridad ni piedad no queda sino la furia. Etimológicamente autoridad
viene de augere, que no significa dominar, controlar o mandar, sino hacer
crecer, aumentar. Así considerada, la autoridad acrecienta y promueve la
excelencia tanto de los que la reciben como de los que la ejercen. Quien vive
bajo autoridad recibe un aumento en su ser.