Proclamad la Buena Nueva a toda la creación (Mc 16,15). La dimensión
ecológica forma parte de los contenidos del Reino y tiene que estar
presente en la evangelización. El anuncio de la Buena Nueva abraza todas
las dimensiones de la existencia (EG 181). También la tierra espera
ansiosamente esta revelación (Rm 9,19). Su gemido se une al grito de los
pobres y abandonados, pues todo está conectado.
En el primer capítulo de este estudio, se presentan las raíces éticas y
antropológicas de la actual crisis ecológica. Se trata de una crisis ética, porque
es fruto de nuestros comportamientos y de una concepción antropológica
dualista y negativa (Homo homini lupus) que ha dividido al ser humano
internamente y lo ha separado de las demás criaturas. En lugar de la colaboración,
se ha favorecido la lucha y la ley del más fuerte (darwinismo).
En el segundo capítulo, se indican algunas pautas para cambiar esta
mentalidad y para sentar las bases de un paradigma más relacional. El
punto de partida es el misterio trinitario, origen y destino de todo lo que
existe. El hombre es imago Dei y cada criatura lleva en sí una estructura
propiamente trinitaria (239). Estamos todos llamados a edificar la gran
familia cósmica en la que cada cual pueda ser plenamente él mismo.
La evangelización es siempre una llamada a la conversión personal y
comunitaria (3.er capítulo), que tiene que ser sostenida por el sacramento
de la reconciliación (4º capítulo). Este proceso de conversión y reconciliación
nos llevará a un nuevo modo de entender la evangelización, la vida
de la Iglesia y la relación con la tierra (5º capítulo). Francisco de Asís es
reconocido como modelo e inspirador.